jueves, 14 de mayo de 2020

44- BLACKMORE'S NIGHT "Ghost of a Rose" (2003)

Al momento de elegir para comentar un álbum de BLACKMORE'S NIGHT, la banda de tintes Folk Renacentistas que suma los talentos de quien es uno de los mejores guitarristas de la historia, como así uno de los más influyentes y creativos, el Sr. Richard Hugh Blackmore, y de su esposa, a quien consideramos una de las mejores cantantes de la actualidad, Candice Lauren Isralow (más conocida como Candice Night), pensamos que cualquiera de ellos podría ser, dado que la calidad y belleza de cada uno de los diez discos de estudio que BLACKMORE'S NIGHT ha lanzado hasta el día de hoy, es pareja y homogénea.

Elegimos entonces para esta ocasión, al cuarto de ellos, "Ghost of a Rose", editado en el año 2003. El motivo es simple: dado, como dijimos, que todas las placas son tan buenas unas como otras, priorizamos ésta porque contiene el tema que más nos gusta de toda su discografía, "Way to Mandalay". Esa canción nos transmite una magia distinta; otros temas de la banda también lo hacen, pero precisamente aquí entran a tallar pequeñas y muy sutiles diferencias.

Tenemos en nuestras manos la única edición sudamericana del álbum. Pertenece al sello brasileño C.I.D. (Companhia Industrial de Discos) y apareció, al igual que todas las demás ediciones que tuvo el trabajo, durante 2003. El disco no tuvo reediciones posteriores a ese año.
El booklet consta de ocho páginas que incluyen las letras de las canciones, los créditos y dos fotos: una de ellas la banda completa (a nuestro juicio, una de las más bonitas que les hemos visto) y otra más pequeña con la pareja central, en blanco y negro.
La imagen de la portada no es muy lograda, pero esto parece ser un problema de la edición de C.I.D., ya que si bien no se trata de un feo diseño (a cargo de la artista Johanna Pieterman), la impresión de la imagen carece de definición.

El line up que registró esta obra, además de Candice y Ritchie, estuvo conformado por Sir Robert of Normandie en bajo, Mike Sorrentino en batería y percusiones, Pat Regan en teclados y piano, Lord Marnen of Wolfhurst en violín, Lady Nancy & Lady Madeline en coros, además de algunos invitados de menor preponderancia. Pat Regan fue, además, el productor de la placa.

Yendo a describir lo más importante, la música, el disco abre con el tema que mencionábamos al principio, "Way to Mandalay", que es la canción que más nos gusta de toda la discografía de BLACKMORE'S NIGHT. Compuesta como casi todo el álbum por Ritchie & Candice, esta pieza, seguro una de las más hiteras y pegadizas del estilo, tuvo también el único video clip promocional del disco, en una versión acortada. Un tema de medio tiempo, con una melodía fantástica y un estribillo irresistible, para escucharlo varias veces seguidas. Y la voz e imagen (en el clip) de Candice Night en su máximo esplendor. Insólitamente, y nos encantaría saber los motivos, una canción muy pero muy poco tocada en vivo. Tan sólo en algunas escasas fechas correspondientes al tour de promoción de este trabajo. Una verdadera pena.


Tras este inmejorable comienzo, tenemos "3 Black Crowes" y luego "Diamonds and Rust", cover del tema de Joan Báez, y otro de los puntos más altos, seguro subiendo al podio. Impecable lucimiento de la voz de Candice, en una composición que pareciera creada para ella. Esta versión conmueve de verdad, es realmente excelente.

Después, la también pegadiza "Cartouche", otro muy buen tema de esta primera parte del álbum, que según vimos en varias tomas en vivo, funcionó muy bien entre los fans. A continuación se bajan los decibeles para dar lugar a "Queen for a Day", que presenta dos partes: la primera, bien lenta, en tono balada para dar lugar a la segunda, un instrumental de 1'30".

Luego sigue "Ivory Tower", canción que presenta la particularidad de ser compuesta íntegramente, en líricas y también en música, por Candice Night. Un medio tiempo que se enmarca en un majestuoso coro de fondo, brindándole un tinte épico al producto final. A "Ivory Tower" le sigue un segundo instrumental, "Nur Eine Minute". Muy breve, apenas 1'03".

Lo que sería la segunda mitad del CD nos presenta el track que da título al registro, "Ghost of a Rose", a nuestro humilde entender, la segunda gran perla de la placa, detrás de "Way to Mandalay". Una exquisita composición inspirada por la violonchelista inglesa Jacqueline Du Pré y el compositor -también inglés- Edward Elgar. Esta pieza es definitivamente preciosa, nuevamente con las virtudes interpretativas de Candice en un punto altísimo.

Un tercer instrumental breve, "Mr. Peagram's Morris and Sword" da paso a la pegadiza "Loreley", bastante "fiestera" y muy apta para enganchar al público en vivo. Después, otro muy buen track, tal cual es "Where are we Going from Here?", lento pero contundente en su melodía.

Posteriormente, ya promediando la obra, nos topamos con "Rainbow Blues", segundo cover del disco, en este caso correspondiente a Jethro Tull. Muy interesante y logrado, con la irrupción de la viola eléctrica de Ritchie, con todo el inmenso atractivo que eso conlleva.

Y ya llegando al final, las dos últimas composiciones son "All for One", que arranca con el magistral Ritchie en todo su esplendor, y luego nos deriva a una envolvente melodía con una letra que se va repitiendo, modificando solamente partes puntuales de la misma. Una canción que no respeta la estructura usual de sus pares, todo se transforma en un permanente estribillo de principio a fin, solamente dando lugar para que el Maestro nos deleite con un solo clásico, de los que nos tiene acostumbrados. Y el cierre nos llega a través de "Dandelion Wine", con una nostálgica letra y un hermoso estribillo a medio tiempo que te deja con ganas de seguir escuchando a Candice Night cantando en éste, o en cualquier otro disco.

En síntesis: un CD seductor y atrapante, altamente recomendable para quienes quieran escuchar algún material de esta era en la vida musical del Maestro, lejos de su paso por Deep Purple o por Rainbow. Una banda que ya por estos tiempos estaba plenamente cimentada, y que no defraudaría nunca a sus seguidores, en ninguna grabación ni en ninguna presentación en vivo. Algo absolutamente obvio, dado que cuenta con el auténtico as de espadas de las seis cuerdas en su formación. Y aquélla que lo ha acompañado a lo largo de toda esta etapa de su carrera, ha estado siempre a su altura: lo que se puede traducir en una química perfecta.

Reseña: Javier Parente, para OXIDO.-

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