miércoles, 2 de diciembre de 2020

49- La Señal de los Cuatro - Sir Arthur Conan Doyle (libro, Editorial Acme 1970)

En nuestra entrada previa nos encontrábamos reseñando un volumen de la querida y nostálgica Colección Robin Hood, de la Editorial argentina Acme (de la cual además, acompañábamos una brevísima historia). Como nos quedamos con las ganas de seguir por ese rumbo, nos hallamos ahora comentando "La Señal de los Cuatro" ("The Sign of the Four"), libro del célebre escritor y médico escocés Sir Arthur Conan Doyle. Esta obra es protagonizada por uno de los personajes más famosos y reconocidos de la Literatura Universal, nada menos que el sagaz detective Sherlock Holmes. Las novelas de Conan Doyle que presentan a Holmes como principal protagonista, son cuatro: "Estudio en Escarlata" (escrita en 1887), "La Señal de los Cuatro" (1890), "El Mastín de los Baskerville" (1901/2) y "El Valle del Terror" (1914/5).


La edición que tenemos entre manos, como dijimos, pertenece a la inigualable colección argentina editada por Acme, la entrañable Robin Hood, aquélla de las tapas duras amarillas. La portada fue dibujada por el artista Pablo Pereyra, y nos muestra a Sherlock Holmes en primer plano, mientras en el fondo se puede apreciar una postal inconfundible de la ciudad de Londres, con el Big Ben en el centro. El volumen fue impreso en marzo de 1970, o sea que ha superado ya los cincuenta años. Consta de 186 páginas, a lo largo de las cuales se pueden apreciar varias excelentes ilustraciones. Son un total de once capítulos nominados, y esta edición cuenta con la particularidad de no poseer índice.

La trama argumental se desarrolla en Londres, a fines del siglo XIX (más precisamente en el año 1.888); y gira en torno a un tesoro que el padre de una atractiva joven llamada Mary Morstan, ha escondido años atrás, mientras ostentaba el cargo de Capitán de un regimiento británico en India. La muchacha ha estado recibiendo durante el último tiempo varias perlas, muy valiosas, provenientes de manos de alguien que ha permanecido en las sombras. Pero este desconocido ahora le ha manifestado a Mary que desea hablar con ella. Ante los posibles peligros, la dama recurre al reconocido detective Sherlock Holmes para que la asesore y acompañe al encuentro con el sujeto. 

Este resulta ser un tal Thaddeus Sholto, cuyo padre -el Mayor John Sholto- fue amigo del Capitán Morstan. Este individuo tiene un hermano mellizo, llamado Bartholomew. Durante años, estos dos personajes se abocaron a tratar de encontrar el tesoro que el Capitán Morstan escondió antes de fallecer, algo que finalmente, y tras innumerables trajines, hubieron de lograr. La cuestión es que deben compartirlo, según la voluntad escrita del Capitán, con su hija Mary, cosa que Thaddeus ha estado dispuesto a hacer. Pero el gran problema se suscita cuando Sherlock y Mary llegan al lugar donde supuestamente se encuentra el tesoro, un lúgubre sitio llamado Albergue Pondicherry, dado que el hermano de Thaddeus, Bartholomew, ha sido asesinado... y por supuesto, el tesoro ya no está. Lo que se puede describir como el terreno ideal para que el perspicaz Holmes comience a desplegar toda su capacidad deductiva...

Cabe destacar que Sir Arthur Conan Doyle nunca dotó a su Holmes del don de la perfección. Si bien su capacidad, inteligencia, talento e ingenio investigador son cuasi sublimes, el detective vive atormentado por lo que él considera una existencia monótona y carente de sentido y emociones, lo cual lo conduce a sumergirse en el submundo de las drogas pesadas, como la cocaína y la heroína. 

El libro es realmente muy entretenido, como -obviamente, tratándose de semejante Maestro tras la pluma- no podía ser de otra manera. No es un relato demasiado largo, y la traducción llevada a cabo por Ariel Bignami lo confirma como muy ameno y ágil. El escenario de la Londres de aquellos años, con sus calles húmedas, neblinosas y en muchos casos, sombrías, es simplemente encantador y fascinante. Y Conan Doyle nos transporta a las mismas en un viaje del que no quisiéramos ser ajenos, sino poder estar y permanecer allí, asistiendo atentos a toda la acción que en tales callejuelas se va produciendo.

"Alcanzamos a ver un tramo del Támesis, sobre cuyas aguas extensas y silenciosas brillaban los faroles, pero nuestro coche siguió de largo y no tardó en internarse en un laberinto de calles del otro lado...", describe magistralmente el autor. Tan solo con una simple frase como ésa, alcanza para imbuírnos de lleno en la misteriosa atmósfera de esta obra excepcional, que nos traslada a una Londres única e incomparable, para compenetrarnos en el accionar de una de las figuras más emblemáticas de la Literatura; aquélla que ha trascendido, después de tantos años, de generación en generación. El prácticamente infalible Sherlock Holmes... Elemental, Watson. 

Comentario: Javier Parente, para OXIDO.-