Fenomenal y magnífico por donde se lo quiera analizar, el décimo álbum de estudio de los basamentales británicos JUDAS PRIEST, se encuentra entre nuestros diez discos favoritos de todos los tiempos. Quizás por la época en la que se lanzó, plena adolescencia de quien escribe hoy esta reseña (por qué no la escribimos antes...?), y habiendo sido el primer trabajo de la banda que escuchamos, ningún otro nos volvió a golpear con tanta intensidad. Ni siquiera el archi promocionado "Painkiller", que se encuentra lejos de nuestras máximas preferencias.
Al disco lo precedió el video del primer tema de difusión, "Freewheel Burning", uno de los máximos himnos de la historia del Heavy Metal. Acostumbrados en aquél glorioso 1984 a ver repetidamente el clip en la trasnoche del "Kenia Sharp Club" (por supuesto, lejos estaba aún de existir Youtube), no dejábamos de impactarnos ante la potencia y puesta escénica del quinteto, ante esa voz híper aguda del Maestro Rob Halford y ante la "metalicidad" del tema, ya que habíamos leído por allí, en un reportaje, que Rob Halford decía que JUDAS PRIEST apuntaba a lograr la quintaescencia del sonido Heavy Metal, lejos de otros que afirmaban que "no tocaban Metal, solamente Rock".
Tenemos en nuestras manos la edición argentina en formato vinilo, editada por Columbia, con el sello / sticker circular "Heavy Metal CBS", un distintivo en algunos álbumes de la época. Aquí a la placa se la llamó según la traducción literal correspondiente, "Defensores de la Fé". De la fé metálica, claro está. Uno de los mejores títulos imaginables.
El formidable quinteto que dió vida a "Defenders of the Faith" estuvo integrado por Rob Halford en voz, Glenn Tipton y K.K. Downing en guitarras, Ian Hill en bajo y Dave Holland en batería. Downing e Ian Hill eran los dos únicos miembros fundadores todavía presentes. Recordamos que JUDAS PRIEST inició su camino en la música en el año 1970.
El dibujo elegido para el arte de tapa fue concebido por los músicos, y traído a la vida por el artista Doug Johnson; quien ya había creado la portada de "Screaming For Vengeance". Se lo denominó Metallian, una especie de tanque con rostro, garras y cuernos. Un auténtico "Defensor de la Fé Metálica". En la contraportada se puede leer una breve frase alegórica al personaje, además de los créditos correspondientes; y finalmente los títulos (traducidos al español) de los diez temas que conforman la obra.
El lado A abre con el mencionado "Freewheel Burning", lo cual es obvio. Inimaginable hubiese sido otra apertura. Es la mejor pieza del registro, y un puntapié inicial maravilloso que hace presagiar que estamos en presencia de una obra maestra del Heavy Metal. El segundo track corresponde a "Jawbreaker", que no se queda atrás: también es otro de los mejores pasajes. Luego la ganchera pero menos intensa "Rock Hard, Ride Free", para cerrar el lado con la imponente "The Sentinel", donde el descomunal registro de Rob Halford se luce en modo mayúsculo.
Las -desbordantes de poder!- guitarras gemelas de la dupla Tipton / Downing se encuentran entre los mejores duetos de seis cuerdas que hayamos conocido, y es a nuestro modesto entender, en ésta placa donde mejor lo ponen de manifiesto, tema tras tema.
El lado B empieza con el segundo corte de difusión, "Love Bites". Otro momento muy fuerte del álbum, aunque según nuestro gusto, este segundo sencillo no estuvo a la altura del primero. Sigue la implacable "Eat Me Alive", dándole continuidad a la gran furia metálica. En tercer término "Some Heads Are Gonna Roll", que tiene como particularidad ser el único tema no compuesto por el trío Halford / Tipton / Downing, sino que aparece el estadounidense Bob Halligan Jr. como autor del mismo. La balada de turno es "When the Night Comes Down", probablemente el punto más flojo de este tremendo álbum. El cierre es magistral, con "Heavy Duty", con la voz de Halford en pleno alarde de sus inexplicables facultades, pegado al track que da título al disco, "Defenders of the Faith", épica y conmovedora, con unos terribles coros bramando hasta arrancarnos lágrimas.
Las sensaciones que nos quedaron cuando escuchamos "Defenders of the Faith" por primera vez, fueron que éste iba a ser uno de los discos de nuestras vidas. Y no nos equivocamos. Qué suerte hemos tenido de haber nacido cuando nacimos, y de haber vivido toda ésta época sin igual, durante nuestros años de adolescencia. Hoy día escuchar este trabajo sigue produciéndonos maravillosas reacciones, pero hubiera sido un gran desperdicio de tiempo descubrirlo treinta y pico de años después.
Sin dudas, entre los mejores de toda la historia.
Reseña: Javier Parente, para OXIDO.-